Se trata de una interesante y documentada ucronía. Un alegato contra los fascismos y una brillante reflexión sobre la compleja situación del intervencionismo americano. Afortunadamente fueron a la guerra. ¿Se deben condenar todas las intervenciones militares? ¿En la España franquista también? El libro nos plantea muchas preguntas. Nos hace reflexionar sobre el sufrimiento del pueblo judío pero también nos muestra la hispocresía de ciertos miembros del establishment yanquee que prefieren mantener sus intereses antes de ver sufrir a sus hermanos al otro lado del océano. Lo peor, sin duda, un final mediocre, mal resuelto, como si el autor se hubiera cansado de escribir. Una terminación que deja al lector una sensación agridulce porque ésta era una historia que necesitaba un final concluyente. Clásico.



Observo detenidamente el nuevo anuncio de la compañía telefónica Yoigo. Que los publicistas nos quieren vender sus productos a toda costa no es algo nuevo, como tampoco la alteración de la realidad para lograr sus fines. Lo que no se debe permitir es engañar a la gente. Utilizar un hecho tan complejo como la Revolución francesa para vender un teléfono puede que no pese en la conciencia de un publicista simplón que sólo aspira a utilizar tópicos reconocibles como el de la guillotina, pero equivocarse con los mismos es, al menos, evidencia de una gran ignorancia. Señores de Yoigo y publicistas del anuncio: la Libertad guiando al pueblo nada tiene que ver con la Revolución Francesa de 1789. Lean un poco, aunque sea la Wikipedia.

Sin perdón nos reconcilia con un cine sencillo, que no necesita mentirnos porque sabe que es superior. Hay películas que jamás se olvidan porque provocan una serie de sensaciones inigualables. Llega Clint Eastwood y nos dice: tranquilos, sentaos en el sofá, que aquí estoy yo para recordar los viejos tiempos. Para algunos, esos viejos tiempos son los de nuestra infancia, mientras admirábamos a Wayne sentados en un sofá, después de comer, queriendo ser como él o, al menos, sintiendo que estábamos allí, en el viejo oeste. Es imposible tratar de comprender cómo los yanquis fueron capaces de crear una iconografía supuestamente histórica tan fácilmente reconocible. Gracias a Eastwood podemos volver a sentir la tensión, la dureza o el paisaje de un mundo dominado por la mentira pero tan real a la vez. Gracias.




















No somos especialmente seguidores del cine de terror pero Rec aporta cierta frescura a un género que recurre en exceso al uso de clichés. En su día, nos pasó lo mismo con El proyecto de la Bruja de Blair. Estéticamente Rec es intencionadamente sucia y mediocre pero eso le aporta, sin embargo, grandes dosis de inmediatez y credibilidad. Por otro lado, la interpretación de Manuela Velasco es, sencillamente, perfecta. Hacía mucho tiempo que una actriz española no me sorprendía tan gratamente -quizás la Victoria Abril de Nadie hablará...





























Hay tres novelas que todo leonés debería leer. No, tranquilidad, Volverás a Región, no está entre ellas.  Las obras a las que me refiero son Luna de lobos, La fuente de la edad y El año del francés. Ésta, probablemente, sea la menos destacada a nivel temático. Sin embargo, las carencias argumentales quedan compensadas por el magistral retrato que Aparicio realiza de la capital leonesa de mediados del siglo pasado. Una vieja urbe de cafés y cines, de bohemios y poderosos. La excusa es un Congreso literario. Miranda, el protagonista, representa la heterodoxia en el tradicional ambiente literario de una decadente ciudad de provincias. Escribe un libro que puede suponer un punto de inflexión en el universo literario local. El autor consigue cerrar la obra magistralmente, con coherencia, algo que no está al alcance de muchos.































El debate sobre la buena y mala literatura será eterno. Sartre defendía una literatura comprometida; Borges -siempre Borges, para bien o para mal- dijo que la literatura comprometida era como la equitación protestante; para él, sólo existía literatura buena o mala.
No cabe duda que Roberto Bolaño hacía "buena literatura". Era un tipo que sabía de qué trataba el asunto. Tal vez el mejor dotado desde García Márquez; por encima de Sábato, incluso. Cuando tomé Los detectives salvajes en mis manos percibí rápidamente que me encontraba ante una obra maestra. Novela de poetas, críticas a Octavio Paz, mujeres y hombres, bibliofilia, facultades y cafés, revistas y sueños. Sin embargo, llegué a tres cuartas partes -como si estuviera en un eterno campo de fútbol- hastiado, y mi admiración se tornó decepción. Bolaño cayó en la megalomanía y en el exceso. Y realizó una gran obra pero que no quise terminar. Confieso que he pecado.



















Advertimos al lector que las palabras que siguen carecen de interés como ejercicio de estilo. La que sigue es nuestra peor crítica, pero los siguientes tipos no merecen mayor consideración literaria (proporcional a la que tienen ellos con nuestros oídos). Son malos hasta decir basta. La cantante no sabe entonar, como su tío. Además dicen que es modelo, lo que parece a todas luces incomprensible si observamos su rostro. Modelo de apellido, me temo. Una modelo no muy agraciada que es vocalista de un grupo pero que no canta bien. ¿Esto es lo que nos espera en el siglo XXI? Que regrese Sinatra, por favor.






























Jamás despreciaremos un best-seller por su propia idiosincrasia. Hemos pasado maravillosos momentos leyendo a Pérez-Reverte, a Julio Verne o a Ken Follet. Por otra parte, Cervantes, Kafka o Saramago son ejemplos de ventas masivas. También nos ha ocurrido en otros campos: nos encantan los best-sellers de The Beatles o de Van Gogh. El esnobismo es una grave enfermedad de la posmodernidad.
Los dos últimos éxitos de venta literaria en España han sido Ruiz-Zafón y Falcones. La sombra del viento es una fantasía excepcional que nos lleva a una Barcelona metafísica. Curiosmente la misma ciudad es el escenario de una novela histórica excesivamente influenciada por Los Pilares de la Tierra. La diferencia entre las dos es que en Los pilares deseas que no se acabe nunca pero en La catedral aspiras a terminarla a duras penas.
La novela de Falcones parece destinada a una burguesía catalana ávida tanto de mitos como de realidades que consoliden su posición. Y una catedral creada por el pueblo -cuando burgueses se llamaban pueblo, luego llegaron los franceses- parece un fruto lo suficientemente apetecible para cualquier tipo0 de aspiración reivindicativa. El objetivo de Falcones y editores se descubre cuando se observa la ausencia de rigor con la realidad histórica del momento. Es un desprecio a la historia de Aragón. No hace falta comentar más cuando se comprueba que Falcones es un tipo documentado, especialmente en el derecho y en los famosos Usatges, lo que demuestra su manipulación intencionada.

Avanzamos en el Alsa hacia Asturias. Inevitablemente todos nos asombramos del triste aspecto del pantano de Barrios de Luna. Se ven las cercas que antaño dividían las eras, se observan escombros de casas y de recuerdos, como un universo que resucita agonizante. El autobús se queda en un extraño silencio. Parece la sequedad de un pantano del norte a finales de octubre, que espera el regreso de sus emigrantes a los sumergidos -ahora emergidos- cementerios para honrar a sus muertos en el día de los difuntos. Todos miramos menos una: mi compañera involuntaria de asiento, que prefiere leer en una revista las estupideces de los famosos y que parece desear los bolsos de marca de mil euros que en ella publicitan. El resto del autobús pasa el pantano y no puede evitar detenerse a reflexionar. ¿Y ella? ¿Y el resto?



















Hoy quiero hablar de un genio. Un tipo que fue pionero y que se encuentra en lo más alto de su profesión. Su nombre, Paul Rand. Alguien que supo anticiparse a nuestra sociedad de consumo, mediante la creación de imágenes corporativas. La nueva heráldica es el logotipo.
IBM es una marca en decadencia pero su logotipo, las grandes letras azules rayadas, sigue teniendo una enorme fuerza. El logo posee un equilibrio y una moderación que siempre estará vigente.
El círculo de Yale con una tipografía casi arquitectónica es magistral por su armonía entre clasicismo y contemporaneidad. Porque el concepto de armonía lo toma de Klee y el racionalismo arquitectónico, lógicamente, de Le Corbusier.

PD. También es el creador de la tipografía Futura

En un curso realizado hace años propusieron a cada alumno idear una página web. Juro que mi proyecto fue un concepto con una eminente utilización social: intercambiar objetos, es decir, una página de trueque. De este modo, también pretendía introducir la tradición rural -que tanto me gusta- en la novedosa tecnología. Mi abuela siempre me contaba cómo intercambiaban los productos del campo entre sus habitantes. Yo te doy un saco de alubias por otro de garbanzos. Lo mismo ocurría entre esas mercancías rurales con las de la ciudad. Sistema ancestral, siempre recuerdo las primeras páginas del excepcional libro de Sánchez-Albornoz, Una ciudad de la España Cristiana hace mil años, cuando habla del mercado.
Hoy descubro, por casualidad, algo similar: truequi.com. Sinceramente, les deseo lo mejor.



[por cortesía de EMI, no podemos ver el vídeo aquí y nos remite a youtube]

Recuerdos de una feliz pseudoadolescencia dando saltos -al igual que Damon Albarn- con el Destino en forma de amigo que venía de esa ciudad, La Ciudad. Aquel bar ya no existe. Y los Blur tampoco, aunque yo acabara convirtiéndome en un gafapasta que se parecía más a Graham Coxon que a Albarn (que era al que yo realmente trataba de imitar). Porque la vida me arrastró y no fui capaz de decirle a una peluquera: yo quiero el pelo como este tío. Tampoco me atreví a comprar la preciosa chupa de cuero que lleva en el vídeo, así que a lo más que podía llegar era a brincar con el señor Lois en el Dados mientras nos ponían aquella canción.

Ciencias Sociales es el nombre que se otorga a una serie de materias relacionadas con el comportamiento y las actividades del ser humano. Cuando hablamos de Ciencia, sin embargo, siempre surge una inmediata relación con materias de otro tipo -Medicina, Biología, Mátemática o Física, por ejemplo-. Muy distinta, por otra parte, es también la consideración de una serie de saberes a los que habitualmente denominamos humanísticos -Filosofía, Filología o Historia.
Desgraciadamente, llegamos a la conclusión de dos universos del saber casi opuestos, definidos tradicionalmente en medios académicos como Ciencias y Letras. Esta separación supone la antagonía entre universos más cercanos de lo que parece, por ejemplo, la Lógica. No debemos olvidar que el origen de todo conocimiento científico -¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?- partió de la Filosofía. Es la citada separación académica -habría que hacer un ensayo sobre los males de la Ilustración- la que provoca tremendas lagunas hasta en el profesorado universitario.
¿Y las Ciencias Sociales? Parece claro, según el razonamiento actual, que no son disciplinas humanísticas. ¿Pero, siguiendo los esquemas contemporáneos, acaso se pueden considerar una Ciencia? ¿Cuántos catedráticos de facultades de Economía han sido capaces de aventurar esta crisis económica? ¿Cuántos darán con las soluciones adecuadas? Y es que el concepto de ciencia es tan discutible que debería hacernos replantear muchos de nuestros esquemas mentales. Al menos, un filólogo sabe analizar un soneto. ¿Sabrán hacer lo mismo nuestros prestigiosos economistas con lo que está ocurriendo?


La crisis del 29 de nuevo, oigo en las radios. ¿Acaso hubo recientemente una guerra europea que permitiera a los Estados Unidos, sobre todo, abastecer al viejo continente?

Supongo que a cualquier leonés con un mínimo de conocimiento le parecería raro el siguiente titular: "Asesinados estudiantes de la Universidad de León en 1936." Y no sería por lo controvertido del contexto histórico del momento, en medio de una guerra civil, sino porque la Universidad de León no fue una realidad hasta 1979, cuando la Transición propició -erróneamente, a nuestro juicio- la creación de decenas de universidades por toda la geografía nacional. (Esta página nos muestra dicha realidad de forma evidente.)
Sin embargo, algunos se quedan tan anchos. Por desgracia, el nivel cultural de muchos periodistas, tan alejado del deseable, provoca que titulares como el presentado anteriormente se cuelen entre las noticias que podemos leer a diario. ¿No sería necesario otro tipo de redactores, más apegados a los conocimientos locales e históricos, para determinadas noticias?


Se esperaba con expectación el cambio de imagen corporativa de Radio Televisión Española. ¿Por qué esa necesidad de modificar lo anterior? Cuando se trata de un organismo público las razones políticas son evidentes. Sin embargo, en vez de gastar el dinero en realizar programas de calidad, parece que a los responsables del Ente les interesan otro tipo de cosas. Apuestan por una plantilla joven -despreciando a reconocidos profesionales como Maldonado, Gozalo o De la Casa, que ahora prestarán su experiencia en otros medios- y, por lo tanto, precisan de una imagen moderna (tal vez sería mejor decir posmoderna).
El resultado no puede ser más desolador. No queremos saber cuánto puede haber costado al erario público la realización de esa horrorosa mancha azul. Y lo peor es que traten de tomarnos el pelo con una supuesta profundidad conceptual, como si la realizara Kandisnsky. Seguro nos dicen que la nueva mosca, por ejemplo, simboliza la modernidad de un nuevo concepto de televisión del nuevo milenio que trata de interactuar con un espectador culto y sensible. En fin, una pena. ¿Acaso la Coca-Cola o Nike han cambiado su logo?















Dijo Gregorio Marañón que San Manuel Bueno, mártir permanecería en el futuro como una de las obras clave en la producción novelística de Unamuno. Efectivamente, ésta es una novela -no nivola porque el paisaje, la hermosa comarca de Sanabria, posee una significativa importancia en el relato- con un marcado componente filosófico. Muchos, a la hora de buscar el Existencialismo, leen La náusea o El extranjero porque no se atreven con Shopenhauer. Yo recomiendo algo aun mejor: aprender con Unamuno al tiempo que observamos las andanzas de San Manuel por aquellas bellas tierras zamoranas, a menudo tan dejadas de la mano de Dios. Y del político.

Puede considerarse a Marina como una precuela de la aclamada La sombra del viento. La misma Barcelona mágica y modernista -aunque retratada en dos épocas tan distintas como los años cuarenta y ochenta-, los similares personajes poderosos que devienen en tipos decadentes que habitan mansiones fantasmagóricas. En definitiva, similares universos oníricos pero reales protagonizados por dos niños, Óscar y Daniel. Si bien da la impresión de que Marina es demasiado infantil para los adultos y La sombra es muy adulta para los niños, ambos libros caminan por esa delgada línea -existente o no- entre la novela juvenil y la novela (sin adjetivar).
Zafón es un excepcional escritor, con un dominio absoluto de la técnica narrativa y del lenguaje. Marina nos ofrece una clara muestra de lo que va a ser Zafón. Es como Picasso pintando Ciencia y Caridad. "Este tío llega seguro".

El principal mérito de este relato sobre la vida cotidiana en el País Vasco es su valentía. Pocos se han atrevido a tratar la falta de libertades que padecen algunos ciudadanos vascos. Una tierra con tantas virtudes que, inevitablemente, quedan oscurecidas por sus miserias. Sus hermosos paisajes o su excelente tradición gastronómica aparecen siempre en un segundo plano debido a la tragedia que vive esa sociedad.
Un profesor amenazado y un joven terrorista, encarnados por Coronado y Jaenada, nos guían en una historia donde la amenaza y la tensión no adquieren el nivel necesario para que el espectador logre introducirse totalmente en la narración.
A pesar de sus defectos, sin embargo, la realización de esta película era necesaria. Que no se olvide.

Cuarón es de esos cineastas que tienen por destino la irregularidad. Capaces de lo mejor y de lo peor -como decían de Marco Van Vasten y de Salvador Dalí- arriesgan sus carreras en la búsqueda de la dificultad.
Si con la pretenciosa Grandes esperanzas casi levanta al mismísimo Dickens de su eterno descanso, anteriormente había logrado convencer a casi todos con una tierna aventura fantástica llamada La princesita. Posteriormente una road movie, con tres excepcionales interpretaciones, devolvió al director su confianza y fue elegido por la fábrica Potter para rodar con mediocridad una de sus aventuras.
Tras este recorrido profesional el destino de Cuarón no podía ser otro que un relato de ciencia ficción. La ausencia de fertilidad provoca el caos en el planeta. Desde ese momento se establece la eterna y maniqueísta lucha entre Bien y Mal. El director construye una consistente película de género. La repetición de algunos recursos como la acumulación de obras de arte -por ejemplo V de Vendetta- no hace sino contextualizar la obra donde interesa, en ese estrecho límite entre lo real y lo increíble. La gris Londres convertida en la aun más gris capital del caos.

En la cadena televisiva Cuatro, en pleno fomento del nacionalismo español durante la Eurocopa de fútbol para rentabilizar la inversión por los derechos televisivos (cosa que contrasta con la línea editorial del grupo PRISA), acaban de decir que Viena fue "la capital de la monarquía absoluta durante la Edad Media y Moderna".
Si tenemos en cuenta que el concepto de Monarquía Absoluta es propio del siglo XVII, nos encontramos ante un nuevo error de conceptos históricos. En la Edad Media la monarquía no es sino la cúspide de un sistema feudal donde el poder de los reyes aparece limitado por la obligatoria necesidad de sustentarse en el gran poder de algunos nobles y de determinadas instituciones eclesiásticas.
La Edad Moderna traerá consigo el establecimiento del Estado Moderno, en el que los reyes intentan sustituir el poder medieval de la aristocracia mediante la creación y potenciación de determinadas instituciones propias. En España este proceso se observa perfectamente: Santa Hermandad, Corregidores, burócratas o diplomáticos formados en Universidades Humanistas (que sustituirán en la Corte a la tradicional nobleza).
Por último, ya en el siglo XVII, la monarquía avanzará siguiendo las teorías, entre otros, de Bodino hacia un origen divino de la misma que provocará el rechazo en el XVIII del pensamiento Ilustrado.
Cuatro, por tanto, se equivoca, no hay monarquía absoluta en la Edad Media.




El pescador del cuadro es una de las figuras que más sentimientos de compasión han despertado a lo largo de la Historia del Arte. Es tal su sencillez y humildad que el espectador llega a sentir culpabilidad e impotencia ante la miseria que contempla. El cuadro transmite un silencio sobrecogedor y sus colores apagados contribuyen a reforzar la empatía. Freud y Einfülung. El espectador proyecta sus lamentos y pesares sobre el cuadro.
Tomando como asunto el pescador, tema bíblico por excelencia, la pintura nos remite a un medievalismo donde el directo mensaje de la sencillez es más importante que el intento de captar la perspectiva. A pesar de que hoy nuestra memoria visual está acostumbrada a todo tipo de imágenes, debemos tratar de situarnos en el contexto pictórico en el que fueron realizadas. Las críticas fueron enormes, pero personajes como Gauguin o Picasso, dotados tanto de un ojo como de un pincel precursor, lo admiraron. El sistema de representación de la realidad imperante desde el Renacimiento, comenzaba a mostrar evidentes síntomás de agotamiento. Los cubistas, definitivamente, acabarían con él.

Hace cinco años que tengo el ordenador desde donde escribo y que me conecté a la red de redes por primera vez. Desde entonces mis conocimientos sobre su mundo se han multiplicado. Reconozco, sin complejos, que desconocía hasta la función de copiar y pegar. Era un analfabeto tecnológico, un ser que se encontraba al margen de la sociedad. Prefería leer a Ángel González (espero que no suene demasiado pedante). Pero en pocas semanas desde la compra de aquel artefacto, conseguí lo básico para sobrevivir en la nueva jungla digital. Y, pese a mis evidentes temores, me costó menos de lo esperado.
Tuvo que ser en el extranjero donde asistí a una asignatura en la que se ponía en relación los conocimientos humanísticos adquiridos con anterioridad con las nuevas tecnologías. Pese a mi inexperiencia y a las dificultades logísticas -allí no disponía de ordenador propio y tenía que apañarme para realizar los trabajos en equipos públicos- el esfuerzo dio sus frutos y obtuve una nota equivalente al sobresaliente español (el profesor era de la carrera de informática; no de letras). En un año los progresos realizados habían sido asombrosos para alguien como yo.
Hoy me defiendo. Conozco el funcionamiento de los principales programas, leo artículos y páginas más o menos especializadas.
¿Pero y al revés? Hoy es fácil poner un fondo nuevo a un blog, crear una base de datos, adjuntar una foto, incluso programar el "hola mundo" pero, extrapolando los conocimientos básicos tecnológicos a las humanidades, podríamos dudar que los tecnólogos sepan quién es Platón y qué es una Monarquia Autoritaria o lo sublime. Hay, pues, algo que va mal.

Santi Santamaría ha realizado unas polémicas declaraciones sobre la cocina que actualmente se realiza en España. Aunque se equivoca en determinadas cuestiones, tanto de forma como de fondo, ha colocado sobre el mantel -nunca mejor dicho- alguna de las críticas que cualquier persona se plantea respecto a la actual gastronomía española. Realmente no importan tanto las palabras de Santamaría sino el inicio de un necesario debate sobre cocina.
En primer lugar se ha ubicado al cocinero en un altar mediático que parece, a todas luces, excesivo. No estaríamos en contra de esa gloriosa mitificación si en el mismo Olimpo se ubicaran no solo a los maestros de los fogones sino también, por ejemplo, a estetas de la jardinería, del ladrillo o del taxi. Quizá deberíamos regresar al concepto de la techné griego. Y precisamente de esa condición cambiante del cocinero, que ha pasado de artesano a artista, como si de un nuevo Renacimiento se tratara, derivan muchos de los males de los que adolece nuestra cocina. Porque los dioses no pueden actuar como los hombres, los platos de las divinidades españolas entre fogones se han alejado totalmente del ser humano. Como el fin de los restaurantes es comer, a nadie le gusta quedarse hambriento y solamente hace falta contemplar alguno de los platos de determinados gurús -que luego son seguidos por mediocres imitadores- para comprender que las raciones son ridículas.
No se trata de efectuar un ejercicio de posicionamiento en uno de los dos bandos. O estás con la nueva cocina o en contra de ella. O con la tortilla chips o con la de patatas; no. Tampoco es cuestión de criticar a los popes porque sería de necios no reconocer que han elevado el nivel de nuestra gastronomía. Pero no todo lo que hacían ni Picasso ni Dalí eran genialidades a pesar de ser ambos, sin discusión, genios inigualables.
Resumiendo, la experimentación en cocina es positiva pero no a cambio de tomar el pelo al comensal. Recordemos esta maravillosa canción:

Al hablar de Leones por corderos, resaltábamos su fallido intento de analizar las actuales relaciones internacionales americanas -con el terrorismo islámico como telón de fondo- mediante la utilización de un discurso con un supuesto nivel intelectual. En el punto de mira, en cambio, es todo lo contrario; son conscientes de sus limitaciones y se dedican a lo que mejor saben hacer: entretenernos durante casi hora y media. Un presidente, un atentado terrorista, persecuciones, bombas, actores de moda.
Siguiendo con ese afán de entretener, dejan de lado la rigurosidad contextual. Porque España para Hollywood, al igual que para los viajeros románticos decimonónicos, debe ser un lugar caracterizado por el exotismo. ¿Por qué los estadounidanses siguen pensando que los españoles somos étnicamente igual que los mexicanos? Hay detalles algo jocosos, como los antiglobalización protestando con banderas de España. Probablemente en Estados Unidos, por muy antisistema que seas sigues teniendo cierta querencia a tu país, pero en España -debido a los lastres del franquismo- un antiglobalización no suele llevar la bandera nacional (aunque, curiosamente, sí las senyeras e ikurriñas).
Arquitectonicamente, la reconstrucción de la Plaza Mayor de Salamanca es aceptable, pero cuando la narración sale de ese excepcional e inigualable recinto, hay zonas que se parecen más a Antigua o a Estambul y no a la histórica ciudad universitaria del viejo Reino de León. Evidentemente, la piedra de Villamayor no existe en México.

Hace días fue 26 de abril. Aniversario del bombardeo alemán sobre Guernica. Picasso realizó una de las mejores obras del siglo XX. Hoy aparece una excepcional exploración del mismo en tres dimensiones.



La profesora Isadora Rose afirma en un documental que las tropas francesas en Los fusilamientos de la Moncloa de Goya son una máquina de matar. Señala que es algo totalmente novedoso. Yo también pensaba así hasta que leí un artículo de Portela Sandoval donde nos muestra dos grabados en el contexto de la Guerra de Independencia de las colonias inglesas de América. Tanto el de Paul Revere como el de Henry Pelham, evidencian la disposición de las tropas del mismo modo que empleó el insigne aragonés en su excepcional cuadro. Las formas viajan. Y los grabados, aun más.

Superficial intento de realizar una crítica a la política exterior estadounidense. Asistimos, nuevamente, a un género de moda -Crash, Babel-: historias que se cruzan. Desde un poderoso senador a un poco creíble profesor universitario, pasando por el típico estudiante con talento, dos idealistas soldados y una periodista, interpretada por Meryl Streep en uno de sus peores papeles.
La película no decepciona por lo que se observa sino porque es una obra incompleta. Parece como si lo que se pretende exponer es un extenso prólogo al que le falta un desarrollo y una conclusión.

Las ucronías son un subgénero que pueden dar mucho juego. La Sexta propuso el pasado 14 de abril lo que habría pasado en España con la victoria republicana en la Guerra Civil (algo que ya hizo muchos años antes Jesús Torbado cuando escribió En el día de hoy). El problema de la Sexta es que no puede ser independiente. Todos sabemos que la leche viene de la vaca y no lo podemos ocultar al espectador. Conocemos quiénes están detrás de cada medio de comunicación. Roures, por ejemplo.
Pasando a analizar el documental, se observa la buena voluntad estética pero el contenido es de una mediocridad pasmosa. En primer lugar, observar a la actriz-presentadora del telediario interpretando a una sesuda investigadora es absolutamente ridículo. ¿Por qué investiga sobre la Guerra Civil y no sobre Física Cuántica? Ah, claro, porque de República, Guerra o Dictadura puede opinar todo el mundo pero de Física Cuántica no.
Por otro lado, el documental parte del simplista hecho de que la destitución de Negrín por Indalecio Prieto implicaría un cambio radical en el desarrollo de la guerra. Desaparecido Negrín, desaparecida la influencia soviética -y no será aquí precisamente donde se defienda al catedrático-. Si precisamente por eso se elige a Negrín. Porque son Azaña -curiosa su imagen como cara de la moneda. ¿Acaso hoy aparece Franco?- y Prieto los que impulsan la caída de Largo Caballero y la subida al poder de Negrín por sus buenas relaciones con los comunistas, únicos capaces de cohesionar a un bando tan dividido.
Pero para La Sexta, muerto el perro, muerta la rabia. Aparece Prieto y, por arte de magia, Inglaterra y Francia se acercan milagrosamente a España. ¿Y el Tratado de No Intervención?
Entonces, prosigue la ucronía, los republicanos vencen en la Batalla del Ebro. Sin más explicaciones, con un par. Nada tienen en cuenta la superioridad militar, demográfica, industrial y estratégica del otro bando en dicho momento, en que ocupaban las zonas cerealísticas de la Meseta (el pan suele ser algo importante en la guerra, señores ucronistas) y todo el cinturón industrial del norte (las armas suelen ser también fundamentales, creo yo). Aun así nos dicen que ganan el Ebro, que ¡los alemanes e italianos se van! (creo que sobran los comentarios) y que se produce un golpe de Estado en el bando nacionalista (no se dice cómo, pues debe ser muy fácil, lástima que nadie consultara a los ucronistas durante los cuarenta años de dictadura). Por último, Franco abandona España y se acaba la guerra. Colorín colorado.
Todo lo expuesto evidencia la pobreza argumental de las justificaciones esgrimidas por los creadores del documental. Digan cómo intervienen Inglaterra y Francia y se sacuden de la influencia soviética que tanto gustaba a Churchill. Señalen cómo ganan en el Ebro o se produce ese golpe de estado que acaba con Franco. Esto solo es el principio del documental, demostración de la falta de argumentos del mismo.

Si el Premio Goya recoge lo mejor del cine español y La soledad es su mejor película, nos encontramos en una situación lamentable. Intentar realizar una estética fílmica posmoderna se convierte en una tomadura de pelo cuando no hay nada interesante que contar.
Por lo visto, decir lo anterior es ir contracorriente al discurso políticamente correcto, donde supuestamente la polivisión de Rosales es lo más cool desde el Dogma 95 Vontriersiano.
Se trata de una película que posee el dudoso mérito de no contar nada en los primeros veinte minutos. O de contar algo tan intrascendente que, desde dicho momento, solo puede ir a más porque, simplemente, hacerlo a menos es materialmente imposible.
Por si esto fuera poco, Rosales hace lo que ya dijimos de Wim Wenders en Lisbon Story: desaprovechar deliberadamente el marco escénico -entonces Lisboa; ahora las montañas de León-, lo que es muy legítimo para el director pero que no habría venido nada mal a un proyecto tan carente de recursos como el efectuado.
La Soledad, en definitiva, habría sido un decente corto pero su presuntuosidad lo convierte en un nefasto largometraje.
Cine Español, no sigas por este camino.

Excepcional artículo del profesor García Cárcel en ABC: La desmemoria histórica.

El enlace se ha roto. Lo pueden descargar desde aquí.

-Yo no sé de Física cuántica -le dijo un amigo a otro en un bar.
La conversación sobre Einstein tuvo que detenerse por la honestidad de uno de los interlocutores. Desgraciadamente, poca gente hace lo mismo en nuestros días. "Hay gente pa tó", fue lo que comentó el célebre torero cordobés Guerrita cuando le presentaron a un tipo que se dedicaba a pensar.
-Se llama don José Ortega y Gasset, es filósofo.
- ¿Y eso qué es?
Guerrita mostraba honestidad. Como el tipo que no sabía Física Cuántica en el bar. Hay gente pa tó. Sin embargo, hoy estamos asistiendo a una sociedad que se permite hablar de lo que desconoce. Todo el mundo cree que debe hablar de todo. Es lo que tienen los blogs. No nos confundamos. No estamos haciendo un alegato contra la libertad de expresión pero...quién soy yo para hablar de Física Cuántica, le dijo un amigo a otro en un bar. Y Guerrita sabía que él era torero y de Filosofía ni idea.

Existen personas que parecen vivir en un mundo alejado de la realidad. No se detienen a reflexionar, en parte, por el ritmo y las circunstancias de la sociedad actual. Pero estoy plenamente convencido de que hace treinta o cuarenta años, cuando España era aun un país eminentemente rural, la gente pensaba más en todo lo que le rodeaba. El paisano dejaba el azadón, se sentaba en un risco bajo la sombra de un árbol, sacaba el chorizo, lo ponía en un mendrugo de la hogaza, libaba un trago de la bota de vino y respiraba aire puro. Y pensaba.
Hoy nadie se para a pensar, por ejemplo, que solamente hace cincuenta años, el planeta donde vivimos estaba en la más cruenta situación que la mente humana es capaz de imaginar. Cincuenta y cinco millones de muertos en apenas un lustro.
Por eso, cuando alguien dice "otra película más sobre la guerra", realiza -probablemente de modo inconsciente- un ejercicio de olvido ( y tal vez de incomprensión). Hay que reflexionar cada vez que tengamos delante un terrible documento para que no vuelva se vuelva a repetir.
Sobre lo estrictamente fílmico solo añadir que Verhoeven realiza una maravillosa película, alejada de las mediocridades a las que nos tenía acostumbrados como InstintoBásico, Showgirls o Starship Troopers. Para aquellos que al terminar sigan pensando aquello de "más de lo mismo" decir que el director se basó en hechos reales .

Por lo general hay una máxima que suele cumplirse en Cinematografía: si hay guión, hay película. A esta sencilla regla se le puede añadir otra variable para completar la ecuación: si hay director, hay película. Es decir, a buen guión y buen director, buena película, seguro.
Sam Mendes ya había demostrado su gran calidad en American Beauty, sátira de la sociedad estadounidense. Ante Camino a la Perdición uno no puede hacer otra cosa que rendirse a sus pies -hay guión, hay director; hay película.
Junto con Muerte entre las flores y L.A. Confidential probablemente estemos hablando de la mejor producción de cine negro de los últimos tiempos -quizá porque inexplicablemente no existe cine negro en la actualidad-. Un sencillo guión -a pesar de ser mafiosos sabemos quiénes son los buenos y quiénes los malos, sobre todo si Tom Hanks protagoniza la película- y una magnífica recreación de la época de la Ley Seca. Los años veinte en Estados Unidos, la nueva primera potencia mundial tras la guerra, inversiones en una bolsa que no cesa de crecer (hasta que dejó), El gran Gatsby, a bailar, a beber, sobre todo whisky de las mafias irlandesas.
Gracias, Mendes, por recuperar el cine negro.

Las novelas de Carvalho huelen y saben. Porque pocos como Vázquez Montalbán han conseguido aunar buena literatura y gastronomía de una forma tan aparentemente sencilla. Carvalho, al tiempo que investiga, se introduce en las cocinas y toma el mando de los fogones, degusta platos en restaurantes de toda clase y opina sobre tradiciones culinarias más o menos heterodoxas. Lo que define a Carvalho, pues, es su sentido del gusto. Al contrario que Holmes o Spade, Carvalho no posee una rigurosa caracterización fisonómica; de Carvalho se conoce su escepticismo -a veces nos cae muy mal- o su pasado comunista o en la CIA.
Precisamente será el asesinato del líder del PCE, la excusa para que Vázquez Montalbán realice un interesante análisis político del comunismo español en la transición. Los antiguos camaradas recurrirán a Carvalho para esclarecer la muerte de su carismático máximo dirigente. Carvalho tendrá que desplazarse a Madrid, lo cual siempre es un aliciente añadido (Madrid de mañana huele a churro y porras y es imposible tomarse un buen pan con tomate).

El Canal de Historia recrea en su serie sobre conquistas la vida de El Cid bajo la particular perspectiva norteamericana. El final, apoteósico, señala la caída de Valencia ante los enemigos paganos. Sí, paganos. Supongo que nunca oyeron hablar de lo de las Gentes del Libro.

Hace años me aprendí aquello de Para que yo me llame Ángel González. La cosa no salió del todo mal...
Junto con Gil de Biedma, el asturiano ha sido el poeta al que más he leído. Recuerdo aquel excepcional programa de la segunda cadena: Oviedo, León, Alburquerque. Ésta es mi tierra.

Posdata: si tenía mis dudas sobre Menéame, se me han quitado. Varios días después de la luctuosa noticia de su fallecimiento, no ha llegado a la portada. Así está el mundo virtual, aunque tal vez no sea tan mala noticia.

La pintura impresionista revolucionó el arte de finales de siglo diecinueve. La aparición de la fotografía -Niepce y Daguerre-, implicaba que la representación de la realidad ya no podría seguir por los caminos tradicionales. De ese modo, el crítico francés Castagnary definió en 1874 el cuadro Salida del sol de Monet no como paisaje sino como "impresión".
Partiendo del impresionismo, Georges Seurat trató de realizar una pintura científica. Charles Blanc en 1867 aseguró que el color, controlado por leyes físicas, podía ser enseñado como la música. En su Grande Jatte se evidencia que esto ya no es la impresión de la que habla Castagnary. Nada hay de la improvisación anterior. Sin embargo, el tremendo esfuerzo de Seurat -dos años tardó en hacer la obra- no condujo a la perfección deseada. Los personajes resultantes parecen simples recortes sin alma insertos en un paisaje desnaturalizado.
La temprana muerte de Seurat es la metáfora del evidente fracaso del puntillismo.

Un tema recurrente con personajes arquetípicos. A veces el camino más rápido hacia la excelencia es la sencillez. El horror nazi es observado desde la inocente perspectiva del hijo de un importante cargo alemán. Bruno tiene nueve años y vive feliz en su casa de cinco plantas de Berlín. Nada sabe del nazismo -a pesar de que Hitler y Eva Braun hayan cenado en su casa- ni de la guerra ni de los campos de concentración.
Si pretendemos analizar este libro desde la perspectiva de un adulto nos parecerá hueco y superficial porque el autor trata de situarnos en la piel de un niño. Cuando a su padre le encomiendan la misión de dirigir un campo de concentración, Bruno protesta porque él prefiere Berlín y no entiende cómo pueden haber abandonado su casa de cinco plantas por una de solamente dos. Tampoco sabe qué es exactamente lo que observa a través de su ventana: gentes delgadas con el mismo pijama de rayas. Incluso le gustaría estar allí porque tendría niños con los que jugar. A Bruno le gustaría ser explorador, como Colón, y en una de sus expediciones conoce a Shmuel, que vive al otro lado de la alambrada. Una amistad que unirá a un judío con un alemán.