Que Will Smith ya no sólo era el príncipe de Bel-Air quedó demostrado cuando trabajó en las comerciales y aceptables Dos policías rebeldes, Independence Day y Men in Black. Lo que nadie podía imaginar es que aquel rapero graciosete se convertiría en uno de los actores mejor dotados de su generación, como quedó demostrado en Alí o En busca de la felicidad. Continuando esa ascendente línea, Siete almas consagra a Smith. Se trata de una película realizada para su lucimiento, que se regocija en el melodrama y carece de ritmo, pero que consigue lo que pretende, es decir, conmover y emocionar a un público necesitado de encontrar en el cine buenos guiones -como éste-, algo que parece hoy casi exclusivo de las series de televisión.















Mi página. Un homenaje a la película (a las tres películas, mejor dicho) más grande de todos los tiempos.

Ya que era una propuesta no profesional -mi primera inclusión en el mundo del diseño web, de ahí los errores de bulto que se pueden observar- podía dejar de lado las exigencias conceptuales para centrarme en determinados aspectos que me interesaban. Lo que pretendía realizar era una página que estéticamente nos remitiera de inmediato al concepto de cinematografía. La imitación del formato cinemascope, compuesto por dos grandes bandas negras, en la parte superior y en la inferior, trata de dar coherencia y unidad al conjunto. En ellas inserté dos sencillos menús CSS que permitieran una rápida navegación. Cromáticamente el blanco y el negro -colores por excelencia de la fotografía y del cine- dominan la casi totalidad de las páginas.
¿Errores? Muchos. En primer lugar, cuando se abre salta un flash, a todas luces excesivamente largo, en el que se debería haber incluido la posibilidad de saltarlo directamente. La pestaña de ese flash no tiene otro nombre que index cuando debería llamarse "El padrino".


La novela más madura de Reverte es una crítica -como gran parte de su obra- a la brutalidad del hombre. Una simple fotografía puede ser algo más allá que una imagen, por profunda y dura que sea, y puede desencadenar imprevisibles acontecimientos. Una vez más el autor recurre a ese héroe revertiano -que unas veces se llama Quart, otras Corso, otras Alatriste, hoy Faulques- que domina toda la narración y que reflexiona sobre la condición humana. Como siempre, de fondo, una excepcional documentación, esta vez sobre arte y fotografía, donde conviven Goya y Ucello con los recuerdos de las guerras más trascendentales de las últimas décadas.