Que El pianista es una de las mejores películas de este siglo, nadie lo duda. Alguien que posea un mínimo de sensibilidad no puede hacer otra cosa sino estremecerse con ese hombre sensible ante su terrible soledad y la barbarie del exterior. ¿Y qué? Hay cosas más allá del arte: la realidad, la verdad y la justicia, por ejemplo. Y escudarse en la genialidad de una persona para realizar un repugnante ejercicio de corporativismo es tan vomitivo como cruel con la víctima. Pero Roman Polanski debe ser alguien que se encuentra por encima del bien y del mal, y ser condenado -se declaró culpable- por haber violado a una niña de trece años no es suficiente para que los superiores miembros del lobi de los lobis, acepten las resoluciones judiciales, entre otras cosas, porque los delitos de pederastia en Estados Unidos y en Suiza no prescriben. De algunas personas me esperaba tal obscenidad; otros, a los que admiraba, me han causado una terrible decepción. Que se pongan en la piel de la víctima.

PD: afortunadamente -la humanidad todavía existe- me entero de que ese tipo honesto llamado Luc Besson ha declarado que está del lado de la justicia.
























La terciarización de la economía a mediados del siglo XX -que implicó la aparición de una numerosa clase media- condujo a la sustitución de las zonas fabriles en los extrarradios por oficinas en los CBD de las ciudades. El espacio de trabajo se convirtió en un entorno en el que predominaban los teléfonos, las moquetas y las viejas y enormes computadoras. Las relaciones personales, lógicamente, también sufrieron una gran transformación.
La aclamada serie británica Th Office trata de analizar de una manera irónica -como solamente los ingleses saben relatarlo- el comportamiento de un grupo de individuos durante sus horas de trabajo. La narración se acerca al documental y la cámara se mueve como si nos encontrásemos en un Gran Hermano del trabajo contemporáneo. Los protagonistas reflejan una realidad humana aceptable y creíble, donde la evidente exageración de los estereotipos nos conduce a una sonrisa más cercana a lo amargo que a lo puramente cómico.
A la espera de ver su versión estadounidense, podemos decir que The Office, a nuestro juicio, se sitúa en el más elevado escalafón de las series, compartiendo liderazgo con auténticos pesos pesados como Lost, Dexter o Hermanos de Sangre.