Si a alguien que le gusta el fútbol le preguntamos por la grada más impresionante del mundo es probable que su respuesta sea la del Borussia Dortmund (y si no, que lo hagan con los aficionados del Real Madrid). Y si a alguien que le gusta fotografía le preguntamos por el fotógrafo más impresionante del mundo es probable que su respuesta sea Gursky (bueno, en realidad, no es tan probable como lo otro). 
Gursky es un artista alemán que suele abordar en su obra aglomeraciones humanas o repeticiones de figuras (como curiosidad también diremos que es el fotógrafo más cotizado del mundo). Todo encaja, pues, e inevitablamente, había que disfrutar con la foto de esta grada amarilla. Dice Salvador Nadales que las imágenes de Gursky "ponen de relieve los signos y lugares emblemáticos de la contemporaneidad". El fútbol y sus estadios son, en efecto, algunos de ellos. El propio Ortega ya reflexiona sobre estos espacios donde el hombre deja de ser importante frente a la masa y Gursky siempre retrata lo totalizador frente a lo individual y donde lo global aparece por encima del detalle. Reconocemos estos espacios porque formamos parte de ellos en muchas ocasiones. Uno sale a la calle e, inexplicablemente, acaba por pasar la tarde en uno de esos asépticos centros comerciales abarrotados (yo hace años que no piso uno, pero mañana mismo puedo acabar ahí como por arte de magia). 
La grada sur del Westfalenstadion, ahora llamado Signal Iduana Park, que alberga a 25.000 aficionados de pie, es la mayor de este tipo en toda Europa. Da la sensación de que en cualquier momento se va a venir abajo y produce cierta asfixia a todo aquel que la ve. Como generalmente sucede en su obra, esta fotografía de Gursky resulta tan agobiante como atractiva, dotando a la imagen de tal plasticidad que pudiera recordar a Pollock (por cierto, hoy, 28 de enero, sería el cumpleaños de Pollock). El ser humano -o las bufandas y banderas que porta- se ha convertido en una pequeña gota de color amarillo, repetida hasta la saciedad. En realidad, al igual que si fotografiara el centro comercial, Gursky logra que nosotros también estamos en esa grada, animando a grito pelado al Borussia, formando parte del ecosistema posmoderno donde el fútbol ocupa un lugar destacado. Cualquier persona ha visto en los periódicos o en la televisión cientos de imágenes de gradas abarrotadas de estadios. Lo que ha conseguido Gursky, sin embargo, es introducirlas en un discurso fotográfico coherente.