Correr, correr, correr


Ahora yo también corro, como lo hace Murakami en su libro. Con una abrumadora sencillez, complejísima de lograr, el japonés biografía su vida al mismo tiempo que corre. Porque correr no es sólo un ejercicio físico sino una actitud vital. Probablemente yo nunca corra tanto ni tan bien como Murakami, y es seguro que tampoco escribiré tanto ni tan bien como él, pero me gusta hacer ambas cosas. Porque, según el novelista, escribir y correr son dos enormes ejercicios físicos y mentales.
Me gusta calzarme mis Mizuno (las compré el mismo día que este libro, desconociendo por completo que también era la marca que Murakami utiliza), ajustarme el el iphone y lanzarme a esa lucha. Del mismo modo, me gusta servirme un café, abrir el Scrivener y ponerme a escribir. Ahora soy capaz de luchar y de escribir. También puedo correr más. Antes apenas aguantaba; ahora he vuelto a sobrepasar sin mayores problemas la cifra de la media hora. Me recuerda a cuando lo hacía con facilidad mientras estuve federado a fútbol. Todo es, pues, entrenamiento, constancia. Ah, y aprender a resistir ante el dolor sin abandonarlo todo antes.
Sabemos que Murakami tiene un club de jazz -y que le ha costado mucho sacarlo adelante-, pero un día, mientras ve un partido de beisbol decide ser novelista. (Eso ya es una novela en sí, está claro). Y pone tal empeño en ello que lo consigue. Nos encontramos ante un tipo complejo, un ser que apenas concede entrevistas y que dice que él a lo que se tiene que dedicar es a complacer a sus lectores y no a malgastar el tiempo. Tampoco es Salinger, pero es más raro que un perro verde. Con lo que le gustan las fotos a los novelistas... Al mismo tiempo que decide escribir novelas, también comienza a correr y, solamente, un año después, ha completado el Maratón. Se ha producido en su vida una metamorfosis total: ha pasado de ser el dueño de un bar a ser un escritor de éxito que además es capaz de correr un maratón.
Desde su primera novela, su carrera -nunca mejor dicho- no ha dejado de ascender. A pesar de su relativa incomprensión en Japón, Murakami es ya una verdadera celebridad literararia. Creo que es un firme candidato al Nobel (cuando hablamos del Nobel de Literatura, lo importante no es el ganador sino los candidatos al premio).
Murakami es un autor que cada día me fascina más. Sabe conectar como pocos con determinado público, entre los que me encuentro. Tal vez se deba a que no presume del esnobismo impostado del escritor sino que es un reconocido amante de la cultura popular, al que le gusta ver, sin ir más lejos, Lost. Recuerdo que comencé con Tokio Blues y seguí con Sputnik, mi amor (de las que ya hablé anteriormente).
Pronto me pondré con 1Q84. ¡Qué suerte tengo!