Lo escribí el día del Osasuna - Madrid y no lo subí. Nunca es tarde:


El temor a la batalla. El soldado ante el objetivo. Que todo comience ya, que sea lo que Dios quiera, piensa. Durante las horas previas al partido en El Sadar se percibía mucho miedo en la afición madridista 2.0. Pamplona no se da bien a los merengues. Es un lugar hostil, una plaza fuerte. Buyo ejecución, se escribía no hace tanto en algunas pancartas. Pero esta enemistad no viene de fines de los ochenta. Nos debemos remontar a la Transición. Algunos ejemplos ilustrativos: se tiró una camiseta con el siete de Juanito envolviendo un cochinillo -alguno de otro campo supongo que se inspiró...-, Valdano recibió un tornillazo, a Gallego le dieron con una castaña en el ojo, etc. Suponemos que fue culpa de Mourinho, también.
El Sadar es para el madridismo la metáfora de la ciudadela. Pamplona fue uno de los lugares donde se llevó al cotas más altas la Poliorcética. Leemos en la Wikipedia que, según Alicia Cámara en la obra Muraria, la "Ciudadela debe ser entendida como una forma de dominar una ciudad de la que era posible esperar una rebelión" y como el embajador Contarini advirtió que "todos los de este reino tienen odio a los españoles y desean que vuelva su rey natural Juan de Albret".
La tensión de la batalla pronto desapareció. Una victoria más sencilla de lo esperado. Cristiano centró desde la izquierda y Benzemá hizo uno de los goles del año. La fortaleza empezaba a ser asaltada. El juego entró en un dubitativo paréntesis, a la espera de que alguien ofreciera algo de valentía. Y fue Cristiano. El mejor atleta del planeta juega al fútbol. Cuando lo celebran con bailes es ridículo, pero aquí mostró hombría señalándose el muslo. El más caro del planeta. El baluarte, salvo milagro, había caído. Y no hubo tal porque Higuaín obligó a los navarros a firmar la rendición. Los términos: 1 a 5. 

















y cuando entre mis brazos resuenen cañonazos yo iré perdido entre tus dunas dejándolo todo, quemando los tronos donde reinen dudas, y báñate en mis ojos, que se joda el mar que quiera mecerte a su antojo, si no somos nadie a nadie va a encontrar, y si a las heridas quiere echarles sal solo va a encontrarse cerrojos y las cicatrices de la soledad

Que se joda el viento