El otro día me pidieron de nuevo unas palabras para Yahoo! Eurosport (y compartí, con mucho orgullo, página con el gran @hugobonet):

Me ha costado mucho escribir esto. Mis lágrimas caen sobre las teclas del ordenador porque los madridistas estamos de luto. El entorno es lo que dice, ¿no? Da la impresión, por lo que leemos, escuchamos y vemos,  de habernos hundido en el lodazal tras unas últimas temporadas gloriosas. Parece que hemos sido los dominadores del panorama futbolístico y ahora nos encontramos en una situación límite.
Pues no, ¡claro que no! Estamos vivos y coleando en la Copa de Europa y con una ventaja sustancial en la Liga. Y con posibilidades de pasar de ronda en la Copa del Rey. Será un partido complejo y duro, ante un gran rival que se nos atraganta. Pero este equipo siempre se ha caracterizado por luchar hasta el final. Así que, como diría un viejo conocido:
"Me están embaucando a algunos de ustedes. Y eso es lo que no me gusta que los embauquen, que los engañen. O sea que... ¡Al loro! ¡Que no estamos tan mal, hombre!"
















Anatomía no es Salamina. Y es una pena porque se trata un buen libro, pero no de un excepcional libro. Suele ocurrir en nuestra vida que buscamos algo similar a lo que tuvimos, obteniendo como resultado algo, si bien no decepcionante, sí insatisfactorio. Yo fui buscando en esta obra lo que me fascinó entonces y no pude evitar quedarme con una amarga sensación. En Anatomía de un instante se  echa en falta ese fascinante proceso de investigación que el autor nos enseñaba con pelos y señales en Soldados de Salamina. Cercas aquí se limita a exponer, a relacionar y a conjeturar con su brillante pluma, probablemente la mejor del país en este género -ya tan suyo- que es novelar la realidad (aunque realmente aquí no novele tanto, a pesar de que este ensayo iba a ser una novela). Cercas se moja, no complace y rebusca los dobleces de la historia para mostrarla y comprenderla en un innegable acto de valentía narrativa. Porque quizás ha llegado el momento de ser valiente con el Golpe de Estado, quizás ha llegado el momento de reconocer que pocos fueron valientes aquel día, de hecho solamente tres diputados (quizás los más valientes y los que menos tenían que perder) permanecieron sentados en sus escaños, aunque lo normal (pero no lo valiente) sea tirarse al suelo.
La primera parte es bastante monótona, supongo que necesaria para contextualizar la compleja situación previa al 23 de febrero, pero luego mejora. Y mucho. Éste es un libro que va de menos a más, que nos va enganchando a medida que conocemos mejor el objeto de análisis (un objeto que pensábamos conocíamos bien hasta que leemos el libro). Incluso Cercas se sale del camino principal y avanza por senderos -en teoría secundarios- que poco tienen que ver inicialmente con la historia. Por ejemplo, se dedica a biografiar al sexteto que él considera protagonista: Milans del Bosch, Armada, Tejero, Carrillo, Gutiérrez-Mellado y Suárez (de hecho, es el mejor texto sobre Suárez que he leído en mi vida). Según Cercas hay una triple simetría, que se define por el odio entre ellos: el odio de Milans a Gutiérrez-Mellado, un militar ha traicionado al ejército de Franco; el odio de Tejero a Carrillo, un comunista perdedor de la Guerra que ahora se sienta en el Congreso; el odio de Armada a Suárez,  un tipo salido de la nada que le arrebató su papel de favorito del rey. Esos personajes, que entonces lo son todo y que hoy no pintan nada, articulan la narración, una narración ascendente que culmina con un pasaje sobre Cercas y su padre y su relación con el 23-F. Ese último estilo es el que a mí me hubiera gustado en el libro. Mezclar la realidad de Cercas con la realidad del 23-F para sumar esa especie de ficción realista o realidad ficcionada que nos había mostrado en Salamina. Pero Anatomía no es Salamina. E igual no tenía que serlo.


















Con los Héroes del Silencio no puedo ser totalmente objetivo, así que un libro sobre ellos ya parte con un par de goles de ventaja en el marcador. Pero es que, intentando distanciarme de la subjetividad, pienso que el libro es bueno. Directo y efectivo. Lo que escribe Raúl Sensato -jamás había escuchado su nombre- no se se trata una biografía al uso del grupo sino más bien un análisis del fenomeno de los Héroes en el que a veces, lógicamente, se recurre a su biografía.
Una de las claves de este recorrido es el de los críticos musicales. Jamás en la historia de la música española se ha atacado tanto a un grupo (y sobre todo a su líder) como se ofendió a los Héroes. Sensato pone sobre la mesa algo que comparto al cien por cien: la peor prensa de finales de los ochenta y comienzos de los noventa fue la musical. Mientras arreciaba por todas las revistas y radios esa crítica antibunbury (que se les había escapado a la prensa porque no supieron ver la magnitud del fenómeno) más y más gente se unía a esa causa del Silencio. Desde siniestros, huérfanos de mitos, hasta rockeros que querían algo más que ser felices con un camión, pasando por pijos de colegio de pago o niñas adolescentes que se enamoraban de Enrique. Y la prensa musical, salvo honrosas excepciones, a verlas venir. A la prensa sólo le quedaba una opción: empeñarse en meterse con ellos para no reconocer su error inicial. Pero cuantos más ataques se producían contra Bunbury, más gente se teñía el pelo de naranja, colgaba sus pósters en la pared o le imitaba bajo la ducha.
Por desgracia, esa actitud de prensa, cebándose con ellos, provocó que mucha gente ya partiera con prejuicios ante el grupo. Sobre todo el clásico jevi español, que escucha a Rosendo y cosas como "la casa iluminada espera que alguien entre" le deben parecer muy raras, y más si hay un crítico diciendo que son unos blandos. La otra tribu que les desprecia fundamentalmente son los indies, esos chicos tan alternativos y modernos que aparecen a principios de los noventa, cuando Héroes ya son los números uno en España, y no pueden asimilar sus gustos al resto del populacho. Cómo voy yo a escuchar lo mismo que mi vecino del quinto y que el del tercero, deben pensar. Yo, que vivo en el cuarto, tengo que buscarme otra cosa, a Los Planetas o La Buena Vida o algo así.
Aquel fenómeno de crítica que sucedió con Enrique Bunbury lo asemejo yo, salvando las enormes distancias, al fútbol actual. Si la peor prensa de entonces era la musical, ahora es la futbolística. Cuanto más se critica, por ejemplo, a Mourinho, más madridistas le apoyan. Ambos son seres extremos, odiados o amados, que se equivocan muchas veces, pero que, mientras la mayoría de la prensa les odia, aumentan sus seguidores.
El movimiento Héroes para Raúl Sensato es tremendamente original debido a la militancia zaragozana del grupo. El grupo español más internacional de todos los tiempos no necesitó instalar su cuartel general en Madrid para triunfar. El talento y la fuerza de la banda fue suficiente para el éxito. Que firmaban un primer contrato para un EP por el que se les obligaba a vender 5.000 copias para renovar, pues los zaragozanos colocaban 30.000 (sin apoyo de los 40 Principales ni de Madrid ni de nadie. Ni siquiera de la propia EMI que, como cuenta Sensato, les dejaba el estudio solamente de las dos a las seis de la mañana). Que España se les quedaba pequeña, pues furgoneta al canto y más de cien conciertos por Europa en antros cuando en aquí ya llenaban estadios. Que se les acusa de blandos, pues fichan al productor de Pink Floyd, Alice Cooper y de Kiss. La fórmula de Héroes fue muy  sencilla: a cada reto, una respuesta contundente.
El libro de Sensato es, pues, casi un análisis sociológico del movimiento, narrado de forma directa por alguien que lo vive desde dentro, desde esa Zaragoza que asiste orgullosa al que sus paisanos conquistan, con fuerza y talento, el estrellato del rocanrol.








Con la sed, camino
Con el barro, respiro
Las hojas del libro que me prestó
Las canciones grabadas en aquella cinta
El libro viejo
La cinta vieja

Las hojas sobre el barro

Dibujé con carbón y tierra un futuro incierto,
A veces escribí palabras en superficies tan rugosas como el pasado

La soledad en el camino