Se trata de una interesante y documentada ucronía. Un alegato contra los fascismos y una brillante reflexión sobre la compleja situación del intervencionismo americano. Afortunadamente fueron a la guerra. ¿Se deben condenar todas las intervenciones militares? ¿En la España franquista también? El libro nos plantea muchas preguntas. Nos hace reflexionar sobre el sufrimiento del pueblo judío pero también nos muestra la hispocresía de ciertos miembros del establishment yanquee que prefieren mantener sus intereses antes de ver sufrir a sus hermanos al otro lado del océano. Lo peor, sin duda, un final mediocre, mal resuelto, como si el autor se hubiera cansado de escribir. Una terminación que deja al lector una sensación agridulce porque ésta era una historia que necesitaba un final concluyente. Clásico.



Observo detenidamente el nuevo anuncio de la compañía telefónica Yoigo. Que los publicistas nos quieren vender sus productos a toda costa no es algo nuevo, como tampoco la alteración de la realidad para lograr sus fines. Lo que no se debe permitir es engañar a la gente. Utilizar un hecho tan complejo como la Revolución francesa para vender un teléfono puede que no pese en la conciencia de un publicista simplón que sólo aspira a utilizar tópicos reconocibles como el de la guillotina, pero equivocarse con los mismos es, al menos, evidencia de una gran ignorancia. Señores de Yoigo y publicistas del anuncio: la Libertad guiando al pueblo nada tiene que ver con la Revolución Francesa de 1789. Lean un poco, aunque sea la Wikipedia.

Sin perdón nos reconcilia con un cine sencillo, que no necesita mentirnos porque sabe que es superior. Hay películas que jamás se olvidan porque provocan una serie de sensaciones inigualables. Llega Clint Eastwood y nos dice: tranquilos, sentaos en el sofá, que aquí estoy yo para recordar los viejos tiempos. Para algunos, esos viejos tiempos son los de nuestra infancia, mientras admirábamos a Wayne sentados en un sofá, después de comer, queriendo ser como él o, al menos, sintiendo que estábamos allí, en el viejo oeste. Es imposible tratar de comprender cómo los yanquis fueron capaces de crear una iconografía supuestamente histórica tan fácilmente reconocible. Gracias a Eastwood podemos volver a sentir la tensión, la dureza o el paisaje de un mundo dominado por la mentira pero tan real a la vez. Gracias.




















No somos especialmente seguidores del cine de terror pero Rec aporta cierta frescura a un género que recurre en exceso al uso de clichés. En su día, nos pasó lo mismo con El proyecto de la Bruja de Blair. Estéticamente Rec es intencionadamente sucia y mediocre pero eso le aporta, sin embargo, grandes dosis de inmediatez y credibilidad. Por otro lado, la interpretación de Manuela Velasco es, sencillamente, perfecta. Hacía mucho tiempo que una actriz española no me sorprendía tan gratamente -quizás la Victoria Abril de Nadie hablará...