En un curso realizado hace años propusieron a cada alumno idear una página web. Juro que mi proyecto fue un concepto con una eminente utilización social: intercambiar objetos, es decir, una página de trueque. De este modo, también pretendía introducir la tradición rural -que tanto me gusta- en la novedosa tecnología. Mi abuela siempre me contaba cómo intercambiaban los productos del campo entre sus habitantes. Yo te doy un saco de alubias por otro de garbanzos. Lo mismo ocurría entre esas mercancías rurales con las de la ciudad. Sistema ancestral, siempre recuerdo las primeras páginas del excepcional libro de Sánchez-Albornoz, Una ciudad de la España Cristiana hace mil años, cuando habla del mercado.
Hoy descubro, por casualidad, algo similar: truequi.com. Sinceramente, les deseo lo mejor.