El principal mérito de este relato sobre la vida cotidiana en el País Vasco es su valentía. Pocos se han atrevido a tratar la falta de libertades que padecen algunos ciudadanos vascos. Una tierra con tantas virtudes que, inevitablemente, quedan oscurecidas por sus miserias. Sus hermosos paisajes o su excelente tradición gastronómica aparecen siempre en un segundo plano debido a la tragedia que vive esa sociedad.
Un profesor amenazado y un joven terrorista, encarnados por Coronado y Jaenada, nos guían en una historia donde la amenaza y la tensión no adquieren el nivel necesario para que el espectador logre introducirse totalmente en la narración.
A pesar de sus defectos, sin embargo, la realización de esta película era necesaria. Que no se olvide.