Al hablar de Leones por corderos, resaltábamos su fallido intento de analizar las actuales relaciones internacionales americanas -con el terrorismo islámico como telón de fondo- mediante la utilización de un discurso con un supuesto nivel intelectual. En el punto de mira, en cambio, es todo lo contrario; son conscientes de sus limitaciones y se dedican a lo que mejor saben hacer: entretenernos durante casi hora y media. Un presidente, un atentado terrorista, persecuciones, bombas, actores de moda.
Siguiendo con ese afán de entretener, dejan de lado la rigurosidad contextual. Porque España para Hollywood, al igual que para los viajeros románticos decimonónicos, debe ser un lugar caracterizado por el exotismo. ¿Por qué los estadounidanses siguen pensando que los españoles somos étnicamente igual que los mexicanos? Hay detalles algo jocosos, como los antiglobalización protestando con banderas de España. Probablemente en Estados Unidos, por muy antisistema que seas sigues teniendo cierta querencia a tu país, pero en España -debido a los lastres del franquismo- un antiglobalización no suele llevar la bandera nacional (aunque, curiosamente, sí las senyeras e ikurriñas).
Arquitectonicamente, la reconstrucción de la Plaza Mayor de Salamanca es aceptable, pero cuando la narración sale de ese excepcional e inigualable recinto, hay zonas que se parecen más a Antigua o a Estambul y no a la histórica ciudad universitaria del viejo Reino de León. Evidentemente, la piedra de Villamayor no existe en México.