La valoración del material supone una de las características más destacadas en la obra del escultor vasco. Madera, bronce, hormigón. Materiales rotundos, tradicionales y desafiantes al paso del tiempo.
En la serie de los Peines del viento (San Sebastián, 1977) el acero sufre la oxidación al contacto con la naturaleza. La vinculación entre obra y entorno se hace inseparable. A la yuxtaposición de texturas -piedra y acero-, se añade el diálogo entre el viento, el mar y la obra. La preocupación por el espacio -tanto interior como exterior- es otra constante. Un espacio que Chillida encadena con el tiempo. (Tiempo tal vez aprendido bajo los palos de la portería de la Real Sociedad...)