Aunque ligeramente extensa, Zodiac es una de las películas más notables de los últimos tiempos. Con un reparto soberbio, encabezado por Jake Gyllenhaall -protagonista de la aceptable pero sobrevalorada Brokeback Montain (sobrevalorada por un discurso políticamente correcto)- y un excepcional Downey Jr., David Fincher teje la reconstrucción de la serie de asesinatos que conmocionaron a la costa Oeste de Estados Unidos durante las décadas de los sesenta y setenta.
Zodiac no es Seven II, pues Fincher se centra más en los aspectos metodológicos de la investigación que en la minuciosa descripción de los asesinatos. Por otro lado, estéticamente impera el realismo, lejos de los juegos visuales de la cinta protagonizada por Freeman y Pitt (y aun más alejada de El club de la lucha).
Fincher podría -pero no quiere- darnos algo más. Hay que reconocer su honestidad -valor que parece desterrado de nuestra sociedad- en el rigor del relato por encima de posibles guiños hacia algo más espectacular y engañoso. Zodiac vuelve a elevar al irregular director, capaz de realizar obras tan heterogéneas que van desde la infame El club de la lucha hasta la sublime Seven.