Los ingleses tratan su historia sin complejos y eso es admirable (se pueden equivocar pero hay que reconocer su valor). Sin embargo, en esta tierra nuestra escasea la valentía y sobran los complejos. Preferimos, por lo tanto, realizar películas que no puedan herir ciertas sensibilidades de moda. Alatriste, por ejemplo, es una excepción que camina en la dirección de valorar lo que fuimos -y por tanto lo que somos-, que es la empleada por los ingleses con Elizabeth.
Aquí los anglicanos de la bella Isabel I son los buenos y los católicos de la fea María Tudor los malos. Y punto. Una Inglaterra convulsa entre los partidarios de dos religiones: por una parte, María Tudor casada con su sobrino el futuro Felipe II (para ellos el integrista católico de la Leyenda Negra) como defensores del catolicismo; por otro lado, los herederos de la reforma anglicana de Enrique VIII.
En definitiva, una interesante recreación histórica (admirable fotografía y diseño de vestuario) protagonizada por una excepcional Cate Blanchett para el orgullo de una Inglaterra sin pudor.