Para realizar un completo recorrido por la capital portuguesa distinguiría cuatro partes (que realmente son cinco) de la ciudad.

1. Centro (Baixa y Alta):
La configuración urbana de casi todas las ciudades portuguesas es la siguiente: por un lado se halla una parte baja, más comercial, y por otro, en lo más alto, se encuentra el castillo defensivo.
Debemos tener en cuenta que Lisboa fue completamente arrasada por un devastador terremoto en 1755, que mató a 100.000 personas y se llegó a notar hasta en el norte de España. Posteriormente el Marqués de Pombal reconstruyó la ciudad siguiendo los parámetros ilustrados, diseñando una nueva Baixa, con calles regulares y amplias, como la emblemática Rua Augusta. Allí está O Terreiro do Paço (Plaza del Comercio), una maravillosa plaza a la que se accede por un simbólico arco del triunfo, y un poco más allá (andando) se puede uno acercar al Cais Do Sodré, estación ferroviaria en la ribera con pequeños muelles donde nos podemos sentar en una terraza para disfrutar de las majestuosa vista del Tajo. En esa Baixa podemos visitar también la hermosa Plaza del Rossio, donde siempre hay ambiente, con el Teatro Nacional, el famoso Café Nicola y la impresionante Estación de Rossio de estilo neomanuelino.
Al lado está la Praça da Figueira, en la que se coge el mítico tranvía 28, que sube al Castillo de San Jorge. Cerca de allí está la llamativa Casa Do Alentejo, donde se come muy bien, especialmente la carne de cerdo a la alentejana.
Para pasar de la Baixa a la Alta se puede hacer caminando por el Chiado, barrio que se incendió a finales de los 80 y que fue reconstruido por el arquitecto portugués más destacado: Siza Vieira. Allí se encuentra el conocido y casi obligatorio café A Brasileira (el excelente café portugués proviene de ser la metrópoli de Brasil), donde iban los intelectuales, como Pessoa, representado en una estatua. También se deben visitar las ruinas de la Iglesia do Carmo, y al lado se puede coger el famoso elevador de Santa Justa, modernista y de hierro, un enorme avance de la escuela de Eiffel, que sirvió para comunicar la Baixa y la Alta. También está aquí la Cervejaria Trinidade, en un convento destrozado por el terremoto y repleto de bellos azulejos (probablemente la manifestación artística más original del país).
El Bairro Alto es el lugar donde hay ambiente más joven. Allí se encuentran algunas de las tiendas —lojas— más modernas de la ciudad y hay fiesta por la noche en sus bares (la otra opción son las Docas —muelles— pero es más discotequero). No nos podemos perder, por supuesto, las casas de fado y conocer un curioso pub llamado Pabellón Chinés.
Lisboa fue una plaza conquistada por los musulmanes. De ahí el nombre del Castillo de los Moros y del barrio árabe de Alfama (Aljama) con sus calles estrechas. Tal vez Alfama sea la zona que mejor exprese ese encanto decadente que define la ciudad. Allí está Chapito, uno de mis lugares preferidos, una especie de bar-academia de circo  (donde recomiendo tomar una "samosa" con una caña) y también la Catedral-Sé, que como casi todas las de Portugal tienen un aspecto de castillo con sus remates en almenas. Desde todos estos lugares se pueden contemplar excelentes vistas de la ciudad y de esa desembocadura del Tajo, cuyos reflejos confieren a Lisboa una luz particular.

2. Belem:
Patrimonio de la Humanidad. Se puede ir en metro o tren. Está a un par de kilómetros del Terreiro do Paço. Portugal fue la potencia marítima más importante hasta que España descubrió América (de hecho, Colón acudió antes a pedir apoyo a los reyes portugueses que a los Reyes Católicos, pero Portugal había conseguido doblar el Cabo de Buena Esperanza para ir a las Indias por África, así que no les interesó el proyecto). En Belem se encuentra la Torre defensiva de estilo Manuelino (estilo artístico original del país) y el también manuelino Monasterio de los Jerónimos, edificado en honor a Vasco da Gama (que se encuentra allí enterrado, junto a varios reyes). De Belem son famosos, por otro lado, los sabrosos pasteles del mismo nombre, originales de una repostería que hay allí (aunque se pueden encontrar por todos lados). Allí también está el Monumento a los Descubridores, testigo del glorioso pasado naval del país.

3. Parque de las Naciones:
Recinto de la Expo Universal del 98 junto a la ribera del Tajo y presidido por el excepcional Puente Vasco da Gama de 17 kilómetros de lonjitud. La estación de Oriente es de Calatrava (con sus aciertos y sus errores). Son enormes espacios compuestos por grandes ejemplos de arquitectura contemporánea, como el espectacular Oceanario, el Pabellón de Portugal del ya citado Siza Vieira o el Pabellón Atlántico.

4. La otra orilla del Tajo:
Preciosas vistas de la ciudad. Recomendable. Desde O Terreiro do Paço (frente al gobierno de Portugal) o desde Cais do Sodre (un poco más adelante) se pilla barco para cruzar el Tajo y muy barato.

*Publicado originalmente en otro blog hace unos años (así se comprende que esté tan mal escrito).