Mi idea era enlazar la lectura del primer y segundo libro de 1Q84 (que en España han sido editados en un solo volumen) con el tercero, a punto de publicarse. Sin embargo, confieso que he quedado exhausto de Murakami.
La obra posee un comienzo extraño, en el que cuesta ubicarse, pero pronto nos reconocemos y acomodamos en el universo de su autor. La obra, ya desde su título, con ese homenaje a Orwell combinado con la cultura japonesa (q y 9 en japonés son homófonos), es toda una declaración de intenciones. La estructura del relato se basa en la historia de dos personajes, Aomame y Tengo, inevitablemente condenadas a enlazarse en el Tokio de 1984. A medida que avanza la obra, se percibe la necesidad de que se produzca el encuentro entre esa monitora de gimnasia y ese profesor particular, nos damos cuenta de que ambos tienen en común algunas cosas y que guardan secretos sobre sus vidas. Tengo y Aomame son dos excepcionales personajes, muy bien retratados y los aspectos sombríos de su existencia, son los que provocan la necesidad de pasar páginas con avidez. Sin embargo, llega un momento en que la novela comienza a decaer. El autor prolonga demasiado el nudo de la obra y la minuciosidad de las descripciones en un conjunto de 700 páginas se contradicen con esa necesidad del ritmo que, sin duda, pide la historia. Obviamente Murakami no iba a modificar su brillante estilo personal, así que da la impresión de que no le importa lo que se diga de él. Porque no se debe dejar de lado que aún queda otra parte, la tercera, que visitaré cuando descanse de esta segunda.