Como si de la más conocida novela de Saramago se tratara, una letal epidemia, la gripe -esta vez porcina-, se extiende imparable entre México y Estados Unidos. Aunque sea controlada, más tarde o más temprano una pandemia -ésta u otra- afectará a todos los continentes.
En 1918, todavía en plena Primera Guerra Mundial, se produjo la conocida popularmente como Gripe Española. Aunque sus primeros casos se detectaron en Kansas (otros piensan que en Francia), se conoce como española porque nuestro país, que no participó en la contienda, fue en el que menos se censuró la noticia -tal vez un capítulo más de la Leyenda Negra-. En los otros, la guerra monopolizaba todas las informaciones. Si la Gran Guerra se caracterizó por algo más que su minuciosa planificación o la época de las trincheras, fue por su concepto global. A pesar de la creencia habitual de su exclusiva europeidad, lo cierto es que fue el primer conflicto mundial -global, se diría hoy-. Intervinieron treinta y dos estados y se combatió en África, el Pacífico o en las Malvinas. La extensión mundial del conflicto, gracias a los avances en los medios de transporte, condujo a la pandemia. Fallecieron, según estimaciones, entre 50 y 100 millones de personas, un cinco por ciento de la población mundial.
Ahora es el porcino, ayer el ave. Lo que está claro es que llegará.