Jamás había leído a Roncagliolo. Una estación de autobuses, tres horas de viaje por delante, una novela de asesinatos.
El fiscal distrital adjunto Chacaltana nos conduce por la realidad más compleja del Perú. Una serie de asesinatos que evidencian la existencia de una tierra marcada por la corrupción de todos los estamentos de la nación: políticos, policías, jueces. Por otro lado, la novela muestra al pueblo indígena, analfabeto e idólatra. La compleja América, esa realidad tan lejana y tan cercana, al tiempo, para los españoles.
Pero quien realmente es el protagonista en la sombra del relato es Sendero Luminoso, la auténtica amenaza para la sociedad peruana que perturba, como hacen todos los grupos terroristas, el comportamiento normal de los habitantes.
Santiago Roncagliolo no tiene complejo en definir a su novela como thriller, a pesar de las supuestas connotaciones peyorativas que, en nuestros días, tiene la intencionalidad de la creación hacia la mayoría. Sus personajes, aunque estereotipados -¿acaso no lo son Quijote y Sancho?- son creíbles, así como la trama, bien resuelta y atractiva al lector.