La misma actuación de Ryan Goslin me parece pura superficialidad efectista en Drive e inteligencia en The ides of march. Y esa interpretación creo que sirve para resumir mi impresión sobre ambas películas. Para mí Drive es un supuesto cine negro artificioso, vacío, mientras que The ides es cine político sin pretenciosidad. Quizás la cinta dirigida por Clooney parezca más de lo que realmente es. Pero es una estrategia inteligente. Pienso que Drive, sin embargo, es mucho menos de lo que parece. Y la apariencia engaña, no como ese algodón que empuñaba aquel filósofo calvo vestido de mayordomo en los anuncios de los ochenta. 
Lo que me gustó de The ides, además de su fidelidad al género -campaña, traiciones, intereses, poder- y de la citada interpretación del gran Goslin, fueron las otras: George Clooney como el candidato demócrata ideal, atractivo e inteligente; Philip Seymour Hoffman es el veterano que lleva toda su vida en el negocio y conoce muy bien las reglas del juego; Paul Giamatti hace de zorro rival que trata de desestabilizar la campaña. Fabulosos y creíbles, como la película.